Más allá de lo que te conté en artículos anteriores sobre la pignoración del dinero, hoy quiero mostrarte con un ejemplo claro cómo funciona y por qué es una decisión inteligente a la hora de solicitar un préstamo. ¿Consideras prudente invertir 30.000 €, 40.000 € u otra cifra en la compra de un vehículo, una vivienda o una reforma? ¿Y dejar tu cuenta bancaria sin fondos disponibles?
La respuesta es NO y los motivos te los explico en este vídeo, así que dale al play y presta mucha atención. Al final, podrás contactar conmigo a través de mi formulario de contacto para consultarme las dudas que te hayan surgido o, simplemente, ampliar la información.
Este ejemplo ilustra el concepto de pignoración, que es cuando utilizas tus propios activos, en este caso, una inversión, como garantía para obtener un préstamo. Imagina que tienes 50.000 € invertidos que te generan un retorno del 8% anual. Si deseas obtener un préstamo para comprar un coche que tiene un plazo de 8 años, puedes aprovechar esa inversión como seguridad para acceder al préstamo.
La pignoración se basa en la confianza mutua entre el prestatario y el prestamista. Al utilizar tu inversión como garantía, estás demostrando tu compromiso y capacidad de pago. Esto reduce el riesgo para el prestamista, lo que puede llevar a tasas de interés más bajas en comparación con préstamos no garantizados.
Además, esta estrategia te permite obtener liquidez sin tener que liquidar tu inversión. A lo largo del periodo del préstamo, tus fondos siguen generando ganancias, lo que puede contribuir a compensar los costes de interés y, en última instancia, mejorar tu posición financiera.
En el ejemplo, si nuestra inversión rindió un 8% anual y el préstamo se otorgó a una tasa de interés del 2%, al final de los 8 años habremos experimentado una rentabilidad neta del 6%. Este enfoque demuestra cómo la pignoración puede ser una herramienta valiosa para optimizar el uso de nuestros activos financieros y alcanzar objetivos económicos con mayor eficacia y rentabilidad.